Coronavirus

Desescalar usando los datos: ¿control o empoderamiento ciudadano?

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En un artículo reciente, Yuval Harari ha definido las distintas estrategias que los países están siguiendo para hacer frente a la crisis del coronavirus como una encrucijada que marcará el futuro de los ciudadanos en cada país: la disyuntiva entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano.

Después de la experiencia de Corea del Sur, que combinó el uso de la tecnología con la aplicación de tests masivos para la contención con éxito del virus en la primera fase, muchos países están tratando de acompañar la siguiente fase, la del desconfinamiento, con propuestas tecnológicas que responden de una u otra forma a la pregunta formulada por Yuval Harari. A grandes rasgos, podemos diferenciar entre los países orientales que optan por el paradigma del control de la población, y los países occidentales que podrían optar por empoderar al ciudadano.

LA RESPUESTA CHINA

El uso de la tecnología se ha convertido en un elemento crucial en China para la prevención de una segunda oleada de contagios a medida que la vida vuelve a la normalidad. Lo hacen con una aplicación integrada en Alipay o WeChat que clasifica a las personas como rojos, amarillos o verdes.

Hay que decir que una cosa es utilizar un código de color para informar a un ciudadano y que él mismo haga un uso responsable de la información, y otra es utilizar dicho código para controlar y limitar todos los accesos y uso de servicios por parte de la población como se está llevando a cabo en China.

Hangzhou, la capital de la provincia de Zhejiang, se convirtió en la primera en adoptar el sistema de códigos QR el 11 de febrero. En esta ciudad, escanear un código QR en un punto de control con Alipay se ha convertido en una parte de la vida diaria: ahora todos tienen que escanear su código en autobuses, trenes, aeropuertos, oficinas e incluso su propio edificio de viviendas.

Las calificaciones por colores no son emitidas por las empresas desarrolladoras sino por el gobierno. Lo que está haciendo el gobierno es cruzar todos los datos a su disposición para medir la exposición al virus y clasificar a cada ciudadano. Probablemente estemos ante el mayor experimento de big data por parte de un gobierno. Todo esto es posible en China porque no existen leyes de protección de datos. ¿Estaríamos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad en Europa? Seguramente no. Lo que quizá veríamos con mejores ojos es un modelo similar al de Singapur.

LA RESPUESTA DE SINGAPUR
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Como hemos visto, algunos países se centran en servicios basados ​​en la ubicación para la lucha contra el virus. En el caso de Corea del Sur por ejemplo, lo hacen utilizando el servicio de posicionamiento global (GPS) para identificar a las personas que han estado muy cerca de una persona infectada. Todo esto plantea varios problemas:

- Primero, el uso de datos de ubicación plantea un problema importante de privacidad. ¿Estamos dispuestos a que una autoridad central sepa en todo momento dónde estamos, para obtener así un grado de protección de nuestra salud? En muchos casos la respuesta será negativa, lo cual dificulta la adopción generalizada de esta solución por la población  (en los países dónde podemos escoger, claro).

- Segundo, el GPS funciona bien en espacios abiertos pero no tanto cuando se trata de entornos interiores (por ejemplo dentro de un edificio, no podemos determinar a qué altura o en qué piso estamos).

Por tanto, en Singapur decidieron abordar el problema de la trazabilidad de contactos con otra perspectiva: cambiaron la pregunta de 'dónde', por la la pregunta de 'quién'. Después de todo, no importa tanto dónde ocurre la transmisión, sino los contactos cercanos que han ocurrido alrededor de una persona infectada.

Aprovechando las altas tasas de penetración móvil en Singapur, crearon TraceTogether, una aplicación que utiliza Bluetooth para hacer trazabilidad de contactos. Los teléfonos con la aplicación TraceTogether instalada se envían entre sí un mensaje que contiene un identificador temporal. De esta manera, si alguien con TraceTogether es diagnosticado con COVID-19, compartirá la información de su app con el Ministerio de Salud para que contacte a otros usuarios de la app que hayan estado en contacto cercano con el usuario infectado.

LA RESPUESTA DE OCCIDENTE

En Europa se ha anunciado una propuesta de la mano del Proyecto Pan-Europeo de Registro de Proximidad que Preserve la Privacidad (PEPP-PT) consistente en una app con un funcionamiento muy similar a la de Singapur, aunque con algunas diferencias relevantes:

- Los datos que se recopilarán en esa app se eliminarán a partir de 15 días, tiempo máximo de incubación del coronavirus.

- Las personas se identificarán con números anónimos, y los positivos deberán dar su autorización para que las autoridades santiarias puedan alertar a los ciudadanos que hayan estado en contacto y emitir recomendaciones de cuarentena, siempre sin revelar identidades.

Hace muy poco hemos sabido la solución propuesta por los fabricantes: la nueva alianza entre Apple y Google para una actualización de sus sistemas operativos que incluya una plataforma para que los gobiernos puedan implementar la trazabilidad bluetooth. Ambas compañías son las responsables de dicho sistema en el 99% de los smartphones del planeta, de modo que se resolvería el reto de la adopción por la práctica totalidad de la población. Y este sistema permitiría moverse por el mundo porque habría un solo protocolo global.

CONCLUSIONES

Nos queda un largo camino de desescalada del confinamiento y de lucha contra el virus. Y no hay duda que lo haremos de la mano de la tecnología. Pero como ya se ha comentado, una cosa es utilizar la tecnología para controlar y limitar los movimientos de la población (incluso dentro de una misma ciudad), y otra cosa es empoderar al ciudadano a base de un mejor acceso a la información como están tratando de hacer los países europeos y ahora de forma reforzada con la ayuda de Apple y Google.

Como indica Harari en su artículo, “no cabe duda de que debemos hacer uso también de las nuevas tecnologías, pero esas tecnologías deberían empoderar a los ciudadanos. Estoy a favor de controlar mi temperatura corporal y mi presión sanguínea, pero esos datos no deberían utilizarse para crear un gobierno todopoderoso. Esos datos deberían hacer que yo pueda tomar decisiones personales más informadas.”

Martí Fàbrega

Martí es Consultor de Transformación Digital y Senior Manager de Desarrollo de Negocio en SEIDOR Opentrends. Su propósito es transformar la tecnología en valor de negocio para sus clientes, poniendo el mayor foco posible en la innovación.